Pues hete aquí, que el susodicho dueño del bar, avisado de tanto latrocinio y abuso de sus bienes, había contratado a un detective privado, el cual estaba en el día de autos apostado en la terraza haciéndose pasar por un cliente más.
El interfecto, con toda la desfachatez de la persona con ánimo de delinquir, se dirigió a dicho investigador privado y... ¡le pidió el cuerpo del delito!, el cual, muy gustosamente fue cedido y acto seguido se procedió a la consecución de las pruebas documentales gráficas que a continuación se adjunta:
Se le va a caer el pelo, Sr. Mati, se le va a caer el pelo....