Ronda 2007 "El Beso del Ángel"

[Canario]

 
Este año parece que la cosa está un poco "fría" para Ronda en nuestro Club, y aunque supongo que hay inscritos, no parece que vaya a haber una asistencia masiva y "oficial" como la que llevamos haciendo en los últimos años (para mi van 6 ediciones y para otros incluso 7). Es normal, hay muchas pruebas y el cuerpo va pidiendo cosas distintas y no prolongar las rutinas.

Yo este año no asistiré, me lo tomo de paréntesis, porque tengo intenciones de seguir acudiendo en el futuro a esta cita, que si bien no es la más bonita, ni la más dura, sin embargo quizá sea la que más emociones aporte, y los que la conocéis bien lo sabréis.

Como "Buscando lo que no encuentro, encuentro lo que no busco", buscando mis datos de la renta del año pasado he dado con unas entradas de uno de mis blogs favoritos, desafortunadamente "desaparecido":

http://carlosdelnorte.blogspot.com

pero que me las había bajado a mi ordenador para leerlas con más calma, una de las que me gusta particularmente es esta, escrita al acabar el brutal "duathlon" el año pasado, tras haber tenido que retirarse en el 2006 tras una petada brutal (recordemos que nuestra "Rafalín Cuevas" también lo terminó el año pasado).

Bueno, no me enrrollo más, ahí va el texto, creo que vale la pena leerlo (con el permiso de Carlos del Norte):


"Papá oso
Diario de mis entrenamientos, triatlón y algo más...

14 mayo 2007
Ronda (El beso del ángel)
¿Por donde empezar?

Por el año pasado. Triste, decepcionado y enfadado. No vuelvo más. Abencio, me dejaba hablar, y en su interior se reía. Tiene el virus. Volverá.

Y aquí estoy. Nervioso. En Ronda. En el polideportivo. Pidiendo mi dorsal. El Hotel es precioso. Sobre el Tajo. Me asomo y veo el final del camino. ¿Estaré mañana ahí? ¿El domingo?. ¿Lo conseguiré?.

La Alameda. Voy con Toñy y los niños, que saltan, juegan, se divierten, bailan. Veo los puestos y nos vamos encontrando con los compañeros. Plum, el primero que veo, el mudo, Justo, el primero con el que hablo, y ya, después, nos vamos encontrando todos (Jaime, Zanoni, Manuelobe, Los Croquetas, Javi Sanz, Quintiliano, Abencio, Enrique…).

Conversaciones, risas, anécdotas. Personas distintas, pero con un objetivo común. Los mismos miedos no formulados.

Duermo bien. Me levanto temprano y me encuentro con Enrique y su compañero en el desayuno. No hay más demoras. Voy al estadio, a la salida.

!Que ambiente se respira!. Mucha gente. Algunos conocidos, cómo un grupo de granadinos, Fernando, Isa, Javier, con los que hablo un rato. Si, los Pretorianos, Plum en chanclas ¿hará así los ciento y uno tal y cómo prometió?. Nos reímos. Me hace una foto. Me siento un poco ridículo. Embutido en mi mono de triatlón, tan gordo cómo estoy.

Cañonazo. Ya está. No hay vuelta atrás. Salimos y callejeamos. Si, los veo. Allí están. Apenas puedo hablar. Sólo me sale un "Os quiero" con voz quebrada. En sus ojos veo mucho amor, pero también dudas. Se acuerdan del año pasado. No se lo puedo reprochar. El calor empieza a ser insoportable y tengo más de cien kilómetros por delante.

Vamos en grupo. Buena velocidad. Subidas y bajadas. Kilómetros que van pasando. Caminos. Árboles. Campos verdes. El sonido de un coche de carreras. ¿Cómo?. Si. Estamos cerca de un circuito y un Ferrari rojo corre cómo una exhalación.

La carrera continua. Paso el primer puerto. He tenido que empujar la bici. Letrero de bajada peligrosa. Ahí está Setenil.

Recuerdos. Paso por el avituallamiento donde me tuve que retirar. Se acuerdan de mi. Me saludan con una gran sonrisa y me animan. Me voy convenciendo que podré terminar.

Voy viendo bajas. Alguna caída atendida por los médicos militares, gente sentada debajo de los árboles, un retirado.

Saco agua de un aljibe y me ducho literalmente. Ya estoy preparado para afrontar el Purgatorio. Pedalada a pedalada. Cadencia constante. Implacable, el sol en el cielo me intenta derrotar. Pero esta batalla la has perdido. Corono el puerto. Y los montes me devuelven el alarido que he soltado con rabia, casi con desesperación: !!Angustia y doloooooor!!!. Bajo a toda velocidad. Llego a una carretera y me acoplo. Voy muy rápido. Tanto que adelanto a varios ciclistas que no me pueden seguir. Paso por el cuartel sin parar. Veo la transición. Grito de alegría.

Solo me cambio las zapatillas. Cojo mi riñonera, gorra, la botella, música y a correr. Empiezo bien. El camino se empina y tengo que andar. Comparto agua con otro duatleta. Voy concentrado. El camino se empina más. Ahora hay angustia. Hay dolor. Pierdo fuerzas. Cada paso es una tortura. Hace calor. Estoy sentado. Cierro los ojos. El tiempo se para. ¿Que hago aquí?, ¿Por qué este sufrimiento?. Y, claro cómo la luz del día, veo a mi ángel de la guarda, Elisa, mi hermana, que desde su silla de ruedas se acerca, me sonríe y me da un beso.

Abro los ojos sobresaltado. No puede ser. Estoy perdido en medio de un monte y ella está en casa, con mis padres. Pero no tengo dudas. Lo siento todavía en mi mejilla. Veo las caras de mis hijos y de Toñy, sus ojos, su cariño, cuando pasé delante de ellos. Me levanto. Empiezo a andar. Titubeante al principio. Con paso firme después.

La Ermita. El paisaje es impresionante. Una escena surrealista. Un cámara de televisión y un reportero intentando entrevistar a una cabra. Ya no se que pensar, esto nos afecta a todos. Bajo trotando. Despacio. Un legionario me riega con una manguera. Bendita agua fría.

Ya no paro de correr. Paso por parajes preciosos. Un río invita al baño. Una llamada. !!Aguaverde!!, y Emilio, mi buen amigo, el gran campeón, me abraza. !!Que alegría!!. Hemos hablado un par de veces y nos hemos ido cruzando sin vernos. Viene Maria, su mujer. Me dicen que me ven muy bien. Sus palabras son cómo un bálsamo. Me quitan cualquier rastro de cansancio y ya no paro hasta que vuelvo a la transición.

Alegría. Vuelvo a coger la bici. El último tramo. La imagen del tajo ante mi. Acelero. Con toda la fuerza de los pulmones grito !!Angustia y doloooor!!, porque ya no hay. Se han ido. Sólo quedan la emoción y la alegría. La gente al oírme se asoma a los balcones de sus casas. Me aplauden. Me llaman campeón. Ya estoy subiendo las rampas más duras. Vamos un grupo de unos diez, entre ciclistas y duatletas. Llegamos a Ronda. Esta todo el mundo en la calle, animándonos. Los Rondeños son una maravilla. Cariñosos y hospitalarios.

La última cuesta. El final. Nadie me sigue. A toda velocidad cruzo el puente. Llego a la entrada de la Alameda y allí vuelven a estar. Y no hay dudas. Solo queda amor. Me abrazo a mis niños. Miro a Toñy. Sólo puedo decirle un !Te quiero!, porque mi hijo me coge de la mano y me lleva volando hasta la meta. No veo nada. No oigo nada. Sólo a Carlos corriendo a mi lado y mis lágrimas.

Ahora sé porque estoy aquí. Conozco la razón. Sin sufrimiento no hay victoria.

He llegado. Y me ha besado un ángel." 

 

[CarlosA]

Paco, yo si que voy a Ronda. Si te animas me lo dices porque voy solo en mi coche, podemos ir los dos juntos (tu y tu mini yo). Y podemos vestirnos iguales, jejeje.

Yo también he echado de menos el blog de Carlos del Norte, ya lei en su momento lo que adjuntas y llegó a emocionarme. Cualquiera que haya participado en la prueba con el simple objetivo de luchar contra uno mismo y sus limitaciones, se siente totálmente identificado.

Saludos!