Enhorabuena a los agachalomeros por el fantástico recorrido que nos ofrecísteis y la buenísima organización de toda la prueba.
Pero mi mensaje también incluye una crítica dura, no contra vosotros agachalomeros, sino contra el comportamiento de muchos bicicleteros que allí ví. Vale que los pros que van a toda leche cojan la botellita o el plátano y no se fijen en donde cae, al fin y al cabo la organización es responsable de que todo quede límpio tras la prueba. Pero a los que yo ví eran como yo, de los que nos deteníamos en los avituallamientos. Entre esos había muchos a los que el esfuerzo que tendrían que hacer los organizadores para que todo volviese a quedar impoluto se la sudaba, aparte del poco respeto por la naturaleza que denota. Así que estos señores se paraban, dejaban su bici en el suelo, se acercaban al puesto de avituallamientoa cojer lo que sea, se lo comian y/o bebian y los desperdicios "ya habrá algún pringao que lo recoja".
Por favor, mantengamos la sierra límpia y pensad en el trabajo de los organizadores.
Un saludo. 

Hola, soy Gorilón, un biker solitario. Quiero comunicaros mi talega, aunque fuera de concurso, porque fue espectacular. Ahí va.
Estaba en mi casita aburrido como un mono cuando, harto ya de esta situación, me lié la manta a la cabeza y me fui al monte con la bici. He de hacer referencia a que eran las 12:30 de uno de esos días de julio, cuando se derrite el alquitrán. Después de una vueltita por la Sierra y sin ningún contratiempo, al ir llegando a casa tuve la feliz idea de pasar por el borde del estanque de los ministerios. Pero ya fuera por el calor, el cansancio o algún duende escondido, ocurrió que perdí el equilibrio y caí de cabeza al estanque. Esto fue el principio. Aquel día había apretado un poco los pedales automáticos y como caí de cabeza con la bici encima y el fondo estaba lleno de verdina no encontraba apoyo para sacar los pies de los pedales ni darme la vuelta. Llegado a este punto me puse a filosofar acerca de lo efímero de la existencia y de que me iban a sacar coplillas en mi entierro que seguramente me harían ingresar en el ranking de los tontos muy cerca de Homer Simpson, así que con un esfuerzo sobrehumano conseguí sacarme las zapatillas y salir a la superficie. Humillado, asomé la cabeza fuera del estanque para ver si había habido testigos del suceso pero a las 3 de la tarde no estaban ni los policias de los juzgados. Así que saqué la bici del agua, me quité el casco para dejar salir una carpa y me dispuse a montar de nuevo como si nada hubiera ocurrido (eso sí, más fresquito). Pero oí un extraño zumbido que procedía de mi mochila y me acordé del móvil que estaba dentro. Lo saqué y efectivamente se había ahogado. Entonces salí rapidamente para mi casa que está muy cerca, entré en ella y mirando el móvil fijamente le dije que lo salvaría y sin pensarlo más, lo metí en el microondas...