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nacho
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Zona Zero
Siempre que voy a una de estas cosas, aparte de ir flipando, llevo un poco de acojone por si la cosa se atraganta, pero vamos, que voy con ganas.
La salida del viernes, que se quedó a las 8 de la mañana en casa de Álvaro no pudo ser, de nuevo salimos más tarde de lo esperado, y para variar, estuvimos esperando más de una hora al de los culotes ¡ejem!.
Una vez todos los animalicos en la furgo, que ya estaba cargada, la cosa se anima y se nos pone la sonrisa de niño chico con pelota nueva. Nos vamos.
Conduce Álvaro padre hasta Puerto Lápice, al Aprisco, un sitio de lujo. Parada técnica de montadito con caña y a seguir. Ahora conduzco yo hasta la hora de comer, ya pasando Madrid, creo que hasta cerca de Calatayud. Al principio me cuesta hacerme a un chisme tan grande y con tracción trasera pero poco a poco cojo ritmo de crucero. Rancho López de alta gama y bocatas en unas mesas al aire libre de un restaurante, utilizamos el estilo ocupa y todo queda regadito con sus cervezas.
El tiempo ha pasado rápido entre anécdotas, risas y algún coscorrón.
El gran Obi nos lleva hasta nuestro destino. Al llegar dejamos primero a los López en el hotel y nosotros al aparcamiento público de la plaza, a descargar y buscar nuestro alojamiento.
La cosa, que ya comenzó bien con su parada en el Aprisco, continúa mejor, Aínsa es precioso y los de la Zona Zero han puesto la recepción con un cartel en la entrada del pueblo, en un sitio chulo chulo y han colocado un grifo de cerveza, vasos y autoabastecimiento mientras te apuntabas y te daban los regalitos, una bolsa muy chula y los mapas. Charla que te charla, os podéis hacer una idea, cerveza gratis. Saludamos a los participantes y las conversaciones salen con fluidez.
Buscamos el albergue, habitación de diez súper guapa, todos del mismo palo. Los seis que venimos en la furgo, dos amigos de Málaga del Mati, Ricardo y Guti, vaya par de cracks, y un bilbaíno bastante majo. Sobra una cama.
Camino del albergue, El Abrevadero, mal asunto, ya Mati se encuentra con conocidos que llevan ahí media tarde, charlamos un rato sobre rutas y monte, la manera de medir las rutas en este sitio, tema que comprobaremos más adelante, los planes de mañana y to eso. Soltamos chismes y a por más cerveza. Esto debe ser más o menos lo que dice el Guzmán sobre el día antes del deporte. Luego a la cena, yo tengo la suerte (por ver a mi amigo, no por librarme de los tornillos López) de coincidir con un amigo que trabaja de forestal en el pirineo y me voy a cenar con él, el resto “tornillos con tomate a lo López” y luego, coincidimos en el Abrevadero. A la cama.
Nos levantamos el día D y a la hora H y a desayunar. Paquete inaugura el retrete y se va rompiendo el hielo, más bien hay un alud, se abre la veda de una situación algo embarazosa, un retrete para diez y dos duchas, todo junto, se pueden hacer una idea, el caso es que todos ponemos nuestro granito de arena, aunque Paquete es insuperable y pone el listón muy alto.
Nos vestimos de romano y a por la batalla, la ruta tres, La Vuelta al Mediano, nos apuntamos en la lista, damos nuestra identificación, desayuno colectivo, otro desayuno, frutas, bizcochos, zumos, organización perfecta y “a jugar”.
Al dirigirnos hacia el primer sendero, nos acompañan dos perros y además sobrevuelan los buitres, es una señal de lo que nos queda, seguramente no sobrevivan pensarían. Hace mucho calor, algo que nos sorprende y nos castiga desde primera hora. Subimos el primer puerto, muy guapo y llega la primera zona de bajada, primer reventón. La zona avisa que el día va a ser entretenido. Cruzamos un río y subida del segundo puerto, qué calor. Bajadón del quince y reventón de nuevo. El Mati va sin agua y nos acercamos a unas casas, el manillar del Mati es como un manillar-zahorí, pero para la cerveza, y encuentra un bar en una aldea que parecía abandonada. Hacemos parada técnica porque vamos muy acalorados y castigados, y esto es solo el primer tercio de la ruta. Luego un rato de navegación GPS y pollineo. Tercer puertazo, superchulo again y su correspondiente bajada, la llegada a la presa del embalse del mediano. En esa bajada se desata la locura y se nos va la pinza del todo. Se trata de una senda con mucha piedra, muy larga y en la que su parte final toma un cariz de cohones al aparecer unas crestas de roca longitudinales en el sentido de la marcha y además con contra peralte, esto hace las delicias del FR y nos hace pasar de la locura a la inconciencia más absoluta. No pasa nada, menos mal pero al menos yo, me desfondo del todo. Ricardo, que es un biker de verdad, no como yo, dice “se me ha puesto el pulsímetro a más de 170” Al principio iba Matí abriendo la trazada y corre que te cagas, detrás va Natera y yo. En un fallo del cambio del Mati le colamos el gol y le tiramos a muerte, no paramos hasta llegar abajo, parece que nos persiguiera el mismísimo diablo.
A to esto yo voy con cagaleras y retortijones, que junto con el calor me va dando de lleno, pero como dicen los campeones, el calor es el mismo para todos. Ya llevo cinco cagadas.
Un rato de 10 Km. pisteo y algo de carretera para enlazar la subida del cuarto puerto y llegamos a Castejón, aquí nos refugiamos en una bóveda porque vamos listos y el calor va en aumento, más o menos 35-38º. Buscamos agua, nos refrescamos las cabezas y rellenamos mochilas, es el último sitio para coger agua, yo llevo ya 6 litros en la barriga.
Comenzamos la subida del cuarto puerto por una zona no muy dura, pero eso, ya da igual. La zona es de margas, bastante desnudas de vegetación y el sol nos da la puntilla. Algunos nos bajamos de la bici para andar, me doy cuenta que llevo demasiado calor y que no bajo las pulsaciones ni aunque me pare, mal asunto, muy malo. Decido peregrinar y me uno a la procesión, Guti peta del todo.
Una vez medio coronado el puerto entramos en zona de bosque, mientras esperamos a Guti, me tumbo en una sombra, noto como las pulsaciones empiezan a relajarse y me duermo, sólo un momento, pero me sabe a gloria. Decido continuar ya montado pero me quedo el penúltimo y me obsesiono con recuperar, sólo pienso en beber y descansar, nos queda una bajada dura, otro puertazo, otra bajada y 5 km para llegar a Aínsa.
La organización del evento, a la que creo que no se le puede pedir más, ha enviado a unos chicos duros a realizar la ruta para que no pase nada y nadie se quede por ahí descolgado, van de bicis escoba. La verdad es que es una ruta tan larga que como te quedes por ahí puedes tener problemas. De vez en cuando nos pillan y vamos charlando con ellos, hasta ahora van enteros, qué cabritos.
La cima de este puerto es un auténtico pasote con las formaciones de margas, los Dineretes, las vistas, y además, con la fundiera que llevas te hace pensar que estás en el fin del mundo, pero un mundo maravilloso. Nos recreamos en las alturas y hacemos fotos. Esta zona otra de navegación GPS y Obi, que “La Fuerza” ya no le acompaña ni na de na, no es capaz de presentir un escalonaco y se lo traga del tirón, de esos que cuando los ves ya no te queda más remedio que agarrarte y decir Amén, en el mejor de los casos. De pronto se espabila jeje, pero es un biker duro de pelar y lo pasa con soltura. El resto le damos un rodeo, que mala pinta tiene eso.
La guerra se vuelve a desatar, y yo, que he ido guardando me acuerdo del “más vale ser punky que maricón de playa” así que a morir con honor. Comenzamos la bajada con un buen tipo de la organización marcando el ritmo y Ricardo, muy educado detrás de él, le sigo yo y el niño, como la zona es complicada y no se puede adelantar, llega un momento que se me calienta el pico y le meto un interior a Ricardo, este iba relajado pensando en ser cortés y educado. Según su versión le metí tanta presión al colega que se paró y nos dejó pasar, yo creo que presioné pero educadamente. El interior a Ricardo le traumatizó y me lo estuvo refregando todo el fin de semana, pero tiene que agradecerme que lo espabilé para el resto de bajadas, y como espabiló el muy joío. Total, que cojo la delantera y voy a lo que doy y algo más hasta que Natera revienta la rueda trasera en un paso malo. Descansito de arreglo, hay que ver, que cuando todo el mundo va muerto, nadie se arrima a un pinchazo, que se lo coma su dueño, pandilla de energúmenos.
Llegamos a la zona del final y a comernos otro puerto. Los de la organización, que ya no van tan alegres, envían a Guti por un atajo, demasiado calor. Por mi parte no puedo dar pedales, es el calor porque no me notaba tan mal de fuerza, así que a pata. Piedrolos por doquier y pateo de auténtica peregrinación, qué bonitos son los ñuscos porque creo que no levanté la cabeza ni un momento, no se ni cuanto tiempo duró. Una vez en la zona alta hay un cresteo bonito en bosque, con lanchas de piedra tipo la loma de los escalones pero suave, que a esas alturas de ruta te putean de lo lindo. De nuevo puedo dar pedales otra vez, pero en modo ahorro de batería. Cojo a uno de la organización ¿va petado? Si, petado del todo, empieza a vomitar, jo tío, esto es serio. Me bajo, me subo, me bajo, me subo y así hasta que me mantengo con cierta soltura de nuevo. Hacemos parada en un mirador muy bonito¡¡¡¡¡¡aleluya hermano!!!!! Se ve Aínsa. Otro de la organización peta con calambres. Más cosas, se nos termina el agua a casi todos, queda poco pero es que no es el mejor momento para esto. De nuevo pinchazo del niño y creo que me estoy saltando tres o cuatro pinchazos más que ocurrieron durante esta ruta. Por cierto, viva el tubeless, por mi parte cero problems. Comienza la última bajada, por dios ¿es esto el paraíso? Otra vez a cuerno, qué sendero madre mía ¿pero no íbamos muertos? Le tira Natera y coge la velocidad de la luz, pienso….este no es mi terreno pero como agarra esto, este no se me va, por mis muertos, si hay que morir se muere. Nos sigue el niño y Ricardo que pasa de bajador respetuoso al estilo mega avalanche (ya no lo abandonaría en todo el fin de semana), se ve que el interior le sentó bien. Alcanzamos el híper-espacio y vamos gritando de la emoción, una pasada. Al final el Natera se traga un cruce y el Niño nos cuela el gol, es hijo de su padre y lo lleva en la sangre, como el flamenco. Esto termina en un río y nos miramos todos con una sonrisa pero no hablábamos ¿qué ha pasado? Así nos quedamos un rato, la emoción nos supera. Hemos dado más de nueve horas de pedales en un terreno de verdad. Una pena tanto calor.
Cruzamos el río, así en estilo libre y alguno utiliza la “técnica Chema” de cruzar lugares húmedos, y a por la cerveza.
Al pabellón deportivo. Otra vez barra libre, nos plimplamos todo lo que nos coge en ese momento. Charlas, risas, más cerveza y más risas. Efectivamente, estamos en el paraíso.
Subimos al pueblo ¿por qué los ponen en alto? Matí se queja ¿qué necesidad hay de esto?
Duchita, algún combinado y a comer, de nuevo al pabellón. Pedazo de arroz, otra vez barra libre y de segundo unas longanizas de la tierra, vino y luego fruta o yogur.
Durante la cena nos pregunta uno de la organización que qué ruta hemos escogido, le decimos la nuestra y nos comenta que es la más dura de todas, joder, ponlo en los papeles, nosotros la cogimos por variada y bonita. Al final hemos estado dando pedales una nueve horas y media, buen tiempo para esa ruta. Salen conversaciones con un alto grado de romanticismo sobre el estado de nuestros “anos” muy bonito y gratificante.
Unos gin tonics y a la cama. Bueno todos no, alguno se ató el moño, casi cerró un ojo y no fue ni a dormir, eso es un campeón.
Fin del primer día.
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